LA TORMENTA PERFECTA
- Pedro Allas
- 23 may 2016
- 2 Min. de lectura
OKC 133-105 GSW
(OKC gana 2-1)

Los Warriors han sido fulminados por la tormenta perfecta en forma de equipo de baloncesto. A esto han contribuido distintos factores:
GSW con un nefasto partido ofensivo y una mierda de defensa que ha permitido que los Thunder anotasen 117 puntos en 3 cuartos.
Steve Kerr con su actitud exenta de un carácter que en determinados momentos le haga intentar cambiar el rumbo de partido, y no me refiero a conocimiento de las jugadas o de cambios de jugadores. No pasa nada porque te expulsen en algún partido por decir lo que piensas de los árbitros…y menos en estos niveles. Billy Donovan le está dando una lección y eso que no ha ganado 73 partidos en la Liga Regular.
Los árbitros, que con un 48-42 en el marcador le pitaron una falta flagrante a Draymond Green por una acción que, a mi parecer, no la merecía por su falta de intencionalidad. Esto rompió el partido de manera definitiva, ya que sacó mentalmente del encuentro al temperamental jugador de GSW. pero no sólo fue eso, ya que en el primer cuarto los colegiados señalaron 4 faltas a los GSW y los Thunder lanzaron ¡7 tiros libres!, y en el segundo cuarto por 8 faltas de los GSW los de Oklahoma lanzaron ¡18 tiros libres!, y eso que entre un equipo y otro hubo tan sólo una diferencia de 3 faltas señaladas (12-9) para un 25-4 en lanzamientos de tiros libres en la primera mitad.
Al descanso se llegó con la máxima diferencia que los GSW han tenido en su contra en toda la temporada, incluidos los PlayOffs: 25 puntos. 72-47. Durant (33 puntos en el partido) y Westbrook (30 puntos, 8 rebotes y 12 asistencias en el partido) metieron 39 puntos entre ambos por los 22 de los Splash Brothers (que hoy fueron más Smash que Splash).
Y si alguien imaginaba una posible heroica reacción de los Warriors tras el descanso, pues se quedó con las ganas. La diferencia aumentó hasta una máxima de 41 puntos, porque mientras que OKC seguía funcionando como un equipo, en GSW únicamente estaba Curry para intentar mantener al equipo en un partido que ya no existía nada más que en su imaginación.
Y, como ocurrió en el tercer partido, los minutos del último cuarto fueron los de la basura. Hasta jugaron Singler, pero eso sí…sin despeinarse, para meter una canasta y Payne para intentar entender que los millones que le pagan son por meter canastas y no por hacer tonterías en el banquillo.