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Pongamos que hablo de elegir

De elegir entre dinero o minutos. Banquillos o continuidad. Estancarse o crecer. ¿Ustedes qué elegirían? Elegirían los minutos, la continuidad y el crecimiento. Obvio. ¿Y si les hago elegir entre Indiana o Barcelona? Podría haber una división de opiniones. Normal. ¿Y si a eso le añado la opción de elegir entre la NBA o la Euroliga? Podría pasar que aquí las opiniones fuesen totalmente opuestas a las dadas en la primera de las preguntas. Eso es lo que ha debido pensar Kevin Seraphin antes de darle el OK definitivo a los Pacers y dar la espalda a jugar en Europa (concretamente en el Barcelona).

El pívot galo finalmente ha conseguido el tan ansiado contrato NBA que le une a los Pacers por dos temporadas en formato de 1+1 (los Pacers pueden elegir entre cortarlo o no una vez que finalice la primera). Va a ganar 3.6 millones, una cifra difícil de asumir para un club del viejo continente, a pesar de que el Barcelona le hizo una oferta casi irrechazable a nivel europeo. Pero claro, algo lejos de las cantidades que se están pagando al otro lado del charco.


En el fondo entiendo a Seraphin. Entiendo que quiera seguir alargando el sueño de jugar en la NBA. Pero también es verdad que hay maneras y maneras de hacer las cosas. Me refiero a que uno puede conseguir contratos NBA sea como sea, a la baja. O los puede conseguir haciendo bien las cosas.


Y es que el objetivo de Seraphin era jugar sí o sí este año en la NBA. Daba igual el equipo. Daba igual quedarse en el banquillo y no tener continuidad. Daba igual todo. Y yo no soy quien para decidir si esa es o no es la manera correcta de hacer las cosas. Simplemente digo, que yo no actuaría así. Y menos con 26 años y toda una carrera deportiva por delante, como es el caso del francés. Voy con dos ejemplos.


El primero, el caso de Sergio Rodríguez. ¿Qué decir del Chacho? Probó con la NBA cuando fichó por los Portland Trail Blazers en la temporada 2006-2007. Tras 3 temporadas y un paso fugaz por Sacramento y New York, se dio cuenta de que ese no era su momento. En 2010 volvió a Europa. A su casa. Al Real Madrid. Y empezó a crecer y a ganar. ¡Vaya si ganó! Y esta temporada volverá a la NBA en su mejor momento y de la mano de los Philadelphia Sixers. Porque todo llega.

El segundo ejemplo, aunque no tenga una relación tan directa con el caso de Seraphin como el primero, es el caso de Tyrese Rice. Rice nunca ha jugado en la NBA. ¿Realmente creen ustedes que no ha tenido opciones? Hablemos claro. Rice ha tenido oportunidades de fichar por franquicias NBA, como recién dijo él en una entrevista hecha por Mundo Deportivo en el Palau Blaugrana. Pero las rechazó. Y ustedes dirán, ¿y eso por qué? La respuesta es sencilla: no le convencían las condiciones que le proponían. Y por eso ha pasado toda su carrera en clubes europeos empezando por el Panionios griego, su primer club del viejo continente. Más recientemente ha jugado en el Maccabi y en el Khimki. Ahora ha firmado por 2 temporadas con el Barcelona. Tiene 29 años y sabe, que si continúa haciendo las cosas bien, le volverá a llegar la oportunidad de dar el salto a la NBA.

Con todo esto quiero decir que cada uno puede hacer las cosas como quiera. Eso sí, todos somos libres de tomar nuestras decisiones pero también somos prisioneros de las consecuencias (y de los banquillos). Creo que Seraphin se equivoca. Si él tuviese 10 años más, diría que acierta de pleno. Pero no es así. Yo soy más del Chacho o de Rice, qué queréis que os diga.

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